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La leyenda de Efraín Forero, el Zipa Indomable

zipa_el-espectador La leyenda de Efraín Forero, el Zipa Indomable Ciclismo en ruta Ciclismo profesional Colombia Marcos Pereda
Foto: El Espectador

Cuenta la leyenda, que es tanto como decir la historia, que había tertulia en una tienda bogotana de bicicletas (otros dicen que era un bar, el Café Pasaje). Que allí estaban Efraín Forero, Donald Raskin, Guillermo Pignalosa, Mario Remolacho Martínez y Jorge Enrique Buitrago, más conocido como Mirón. Que era 1950, que todo estaba a brotar.

Cuentan, por seguir con el mito, que todos ellos hablaban de su pasión común, que no era otra que el ciclismo. Y que flotaba en el aire una idea loca, irrealizable. Una que, a imitación de lo que venía ocurriendo en Francia o Italia, quería abrazar todo el país en una única carrera. Sí, la Vuelta a Colombia, ¿por qué no? Los hay escépticos ante esa posibilidad. Quizá sí, aunque dentro de unos años. Pero Forero, único de los presentes que es ciclista en activo, lo tiene claro. Se puede hacer, claro que se puede hacer. Buitrago lo mira muy serio. ¿De verdad lo cree? Y Forero, a quien acabarán llamando el Indomable, asiente con fuerza. Silencio de cundinamarqués recio, acostumbrado a mostrar con actos más que a rendir con palabras.

Mirón calla, reflexiona. Si me demuestra que es posible yo me comprometo a buscar apoyo y financiación en el diario El Tiempo. No creo que por ahí haya problema. Pero debe de tenerlo claro.

¿Y cómo podría yo demostrar eso?

Ah, no sé, eso ya es cosa suya.

Y todos siguen hablando, pensando, lanzando suposiciones al humo de los muchos cigarrillos que allí se fuman. La Vuelta a Colombia había empezado a andar.

Pero, ¿de qué manera convencer a ese loco Mirón que se podía hacer, que era factible unir los extremos del país montado en una bicicleta? A Forero se le ocurre una idea. Bueno, lo haré yo mismo, en solitario. Sí, la carretera de Bogotá a Manizales son trescientos kilómetros, seguramente los más duros, los más agrestes que habrían de pisarse en una eventual Vuelta a Colombia. Los que más asustarían a todos. Así que los recorro, para que vean que no hay excusas…

Y se lanzó a hacerlo. Salida en la Estación de La Sabana, plena Avenida Centenario de Bogotá. Detrás, en un coche, iban Raskin, el inglés secretario de la Federación Colombiana de Ciclismo, y Remolacho Martínez, tesorero de la institución. Al principio no hay problemas, y hasta Honda todo transcurre con normalidad. Ese mismo segmento, entre Bogotá y Honda, terminará por ser la etapa inaugural de la primera Vuelta a Colombia en Bicicleta. Pero a partir de ahí todo cambia.

No, con ese auto no llegan a Manizales, les dicen todos. Ruedas demasiado finas, motor demasiado escaso. Mientras tanto el ciclista pedalea, sin desfallecer, sin perder aliento. A los seguidores les prestan una camioneta del Ministerio de Obras Públicas, un auténtico gigante preparado para atravesar ríos de fango y tormentas de hielo. Y les ponen, además, chofer. Conducir por allá no es fácil, cuentan, muchos se asustan.

Forero sigue. Sin cochero, sin cubiertas gruesas, sin motor.

A la altura de Padua, corregimiento del municipio de Herveo, cuando faltan casi ochenta kilómetros para llegar a Manizales, el conductor se planta. Yo por ahí no paso, están ustedes locos, todos locos. Chiflados sin remedio, son suicidas, y a mí me gusta vivir. No hay manera de hacer que cambie de opinión. Así que Efraín Forero interviene. Vayan ustedes a su ritmo, paren las veces necesarias, den los rodeos que sea menester. Yo los espero en Manizales. Y continúa, poco a poco. Está ascendiendo el Páramo de Letras, el puerto ciclista más alto de Colombia, nada menos que 3677 metros sobre el nivel del mar para unos alucinantes ochenta kilómetros de subida. Es un infierno, uno rodeado por cafetales, jungla, nubes. Por el mismo cielo. Sigue, sigue, siempre sereno. Indomable, claro. Con el aire que se va haciendo más y más fino, imperceptible, desasosegante. Lo llaman “soroche” o “puna”. El mal de altura, el que provoca ahogos, deshidratación, dificultades para respirar. Puedes llegar a ver visiones, a encontrar fantasmas retorciéndose por entre las crestas de la montaña. Quizá los atisbó Forero, su porvenir, sus gestas, sus enemigos y malandanzas. Todos juntos, burlándose de él. Quizá los vio, pero nunca lo dijo. Jamás. Él era el Zipa. No podía permitírselo.

Al final todos llegaron a la capital de Caldas. Efraín lo había hecho, montado sobre su bicicleta, dos horas antes. El hombre venció a la máquina y, sobre todo, demostró que sí, que era posible.

La Vuelta a Colombia iba a nacer.

Pero, ¿quién era ese Efraín Forero que iba a ser tan determinante en la génesis de la Vuelta a Colombia? Pues Efraín Forero Triviño (1930-2022) es, en pocas palabras, una leyenda. La del Indomable Zipa.

Zipaquirá es una ciudad pequeña y fría, rodeada de maizales y mayos, que allí llaman sietecueros, donde el viento se pierde y susurra caricias para quien sabe oír. Un sitio de gran riqueza desde antaño, fundamentalmente por la cercanía de fértiles salinas que proporcionaban a sus habitantes valiosa sal (aún existían en la época una docena de hornos) con la que comerciar y ofrecer a modo de trueque para sus negocios. Es, también, una de las poblaciones más antiguas que hay en Colombia, una que fue conocida como Chicaquicha antes de la conquista por parte de los castellanos. Aquel nombre significaba “Al pie de la cumbre”. La cumbre era la de un cerro que preside el horizonte, y que llaman Cerro del Zipa.

Pero el Zipa no es solo una montaña. Tampoco el apodo de un ciclista. Al menos no únicamente. No, un zipa era el gobernador supremo del Zipazgo durante el imperio muisca. Estos muiscas, o chibchas, fueron un pueblo indígena que venía habitando el altiplano cundiboyacense desde al menos el siglo VI, y constituían entidad autónoma de gran importancia en el corazón de lo que hoy es Colombia. Eran polígamos, dejaron enormes ídolos con forma fálica repartidos aquí y allá, practicaban economía fundamentalmente agraria y tenían inmensas riquezas en oro, tantas que llegó a ser el material más utilizado en la artesanía del metal. También poseían un idioma propio, el muysccubun, con guarismos únicos, pronunciaciones particulares y huellas en ciertos topónimos colombianos. Tenían árboles y plantas sagradas y espacios telúricos de respeto y lagunas donde realizaban ofrendas a sus divinidades. Una de ellas, la laguna de Guatavita, parece estar en el origen del mito (o no) de El Dorado.

Este territorio, inmenso, se dividía en espacios más fácilmente gobernables: el Zipazgo y el Zacazgo. El Zipazgo cubría algunos lugares que serán familiares para nuestro relato. Zipaquirá, Fusagasugá, Pasca, Ubaté, Cucunubá. Al frente de todo este entramado se situaba el zipa, un gobernador establecido en Funza, descendiente directo de la diosa Chía (divinidad que representa a la luna) y con autoridad en todos los ámbitos sobre las tierras del Zipazgo. Era jefe militar y administrativo, protagonista del poder Ejecutivo y del Judicial, sumo sacerdote, encargado de las ceremonias más importantes. La dignidad de zipa se adquiría por la llamada ceremonia de El Dorado, que se llevaba a cabo en la laguna de Guatavita. El aspirante era desnudado y untado primero con aceites aromáticos y luego con oro en polvo, de tal forma que su imagen fuese totalmente áurea. Luego iba en una balsa cargada de joyas y representaciones de los dioses hasta el centro de la laguna. Una vez allí, se sumergía en el agua por completo, dejando que su brillo dorado se expandiera, lentamente, a modo de ofrenda. La imagen debía de ser mágica, con ondas de estrellas áureas extendiéndose en círculos concéntricos hasta donde alcanza la vista mientras se tocaba música, se bailaba, se quemaban sahumerios. Momento trascendente, uno de esos en los que el hombre roza, al menos con la punta de los dedos, su unión con la divinidad.

Y es por eso por lo que a Efraín Forero Triviño le llamaban el Zipa Forero. Por su origen. Por su espíritu de dominación.

Lo de Indomable es otra cosa, y la contaba él mismo. Sucedió en la tercera Vuelta a Colombia. Forero vence en la primera etapa y en la segunda vuelve a conseguir ventaja frente a sus rivales, que ya están a más de 22 minutos en la general. Pero al siguiente día, camino de Manizales, Efrain choca contra un camión y se lesiona la mano izquierda de gravedad, con varios huesos rotos. Qué más da, era diferente. Sigue compitiendo en las doce jornadas restantes, continúa en una carrera que incluye ascensos hasta las mismas nubes. Termina cuarto en la general, entre dolores propios y reconocimientos ajenos. Allí es donde le ponen el apodo de Indomable, dirá más tarde.

Y así queda Efraín Forero Triviño. Como el Indomable Zipa.

En realidad, el adjetivo le cuadra ya desde joven, cuando hacía respetar sus ideas liberales en un ambiente hostil. A golpetazos, a gritos y amenazas, las más de las veces. En Zipaquirá vivía un tal Chepín Franco, matón fascista que cada martes iba a la plaza del mercado y, acompañado por cuatro o cinco, pegaba palizas a los campesinos que iban a vender sus bagatelas. Este Chepín fue la causa de que Forero no fuera reclutado por el Ejército Nacional. Un día vendré aquí vestido de uniforme y me desquitaré de un hijo de puta que me las debe, le dijo. Y Franco movió todos sus hilos para que jamás prestase servicio… Más tarde, en 1954, Efraín compite en México, y allá compra un revólver calibre 22. Cuando ambos, Chepín y el Indomable, coincidían en un bar, Zipa jugaba con las balas encima de la mesa. Era para “mamarle gallo”, decía, años después.

Quien fuera ídolo de todo un pueblo nace en 1931, en Zipaquirá, y pronto se traslada con su familia (el padre era farmacéutico) hasta Bogotá. Salió Efraín, tercero de nueve hermanos, poco amigo de libros y clases. Para disgusto de su papá, por cierto, que era lector empedernido e intentó transmitirle al pequeño su amor por la literatura. Pero nada, no hubo manera, prefería la patineta, el triciclo. Así que Argemiro Forero busca que Efraín tenga en común con él al menos su segunda gran pasión: la bicicleta. (Nunca tendrá buena relación Efraín con el padre: “Era malgeniado, y cuando tomaba sus cervezas a veces maltrataba a mi mamá. Yo estaba siempre con ella, para protegerla. Una vez le quité el cinturón mientras estaba en plena paliza, le grité, llegué a amenazarlo. Jamás me volvió a mirar igual”). Aunque es rebelde el chico: no le gusta la cicla, se niega a subir sobre ese monstruo mágico y tenebroso que lo mismo te lleva de un sitio a otro a gran velocidad que lanza tu cuerpo al suelo con violencia. Solo caerá rendido a sus encantos por obligación, cuando se haga cartero y vea que la bici es el medio más cómodo para desempeñar su trabajo. El que hace, por cierto, a regañadientes, pues sus sueños están en otro sitio: el coso. Efraín Forero Triviño anhela ser matador de toros, y entrena cada noche, luna llena lorquiana de escapadas prohibidas y fugaces, para conseguirlo. Hasta que un cebú, más avispado que los demás, se cansó de que aquel rapaz pequeño y moreno estuviera allí molestándole en mitad de su descanso, y le dio una mala voltereta. Fue solo advertencia, pero el futuro corredor se la tomó muy en serio.

Porque Forero iba a ser ciclista. Andaba bien sobre los pedales, todos se daban cuenta, y cada vez le gustaba más. Acudía con regularidad a competencias en velódromo, su nombre empezaba a sonar en bocas ajenas. La primera vez fue en 1948, cuando se programó una carrera en Zipaquirá para recordar a sus mártires. Un año más tarde Forero, a quien algunos llaman ya el Zipa, se impone en La Doble a Chía, prueba que salía de Bogotá, llegaba hasta Chía y volvía a la capital, en total algo más de medio centenar de kilómetros. Muchos participantes se burlaban de él por su pobre equipamiento. “El novato de la bicicleta inmunda”, lo llamaban. Y Forero, orgulloso, se picó. Les gano, porque les gano, se dice a cada pedalada. Y, claro, les ganó. Era, sí, una pequeña celebridad.

Y, al fin, llegó la oportunidad de demostrarlo allende las fronteras. Fue en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1950, celebrados en Guatemala, cuando consiguió la primera medalla áurea del concierto internacional para el ciclismo de Colombia. Allí conquistó el título de persecución por equipos sobre 4000 metros, al imponerse su equipo en la final a Cuba. También había logrado la Bogotá-Cali, más de 450 kilómetros que los pedalistas completarían en un día de esfuerzo ininterrumpido atravesando, entre otros, el imponente, monstruoso, paso de La Línea. Más tarde será igualmente campeón de ciclismo en ruta durante los Juegos Bolivarianos de 1951.

El Zipa se iba convirtiendo en ídolo de la afición. Fue la suya figura fundamental en la génesis de la gran Vuelta a Colombia, de él la primera victoria. Era taciturno, tranquilo, algo tímido, con sonrisas fugaces que asomaban a su rostro entre mares difíciles de ceños y labios en cera. Siempre correcto, siempre educado, nunca una palabra más alta. Aunque no se callase, aunque dijese cuanto tenía que decir. Un icono, prácticamente un mártir.

Estatua perfecta a la que adorar.

Fundamental porque el público aprecia a quienes ganan, pero ama con locura a los que saben perder. Perder con estilo, con su punto de dramatismo. Perder, aunque a veces parezca que lo más sencillo es acabar venciendo. Saber perder es un arte, quizá la lid más complicada en el deporte, y el Zipa acabó manejándola con singular destreza. Por las desgracias, por mostrarse siempre en inferioridad numérica frente a los de Antioquia, por estar, en ocasiones, peleado con sus propios compañeros de equipo departamental. Por su carácter, su mirar, sus manos grandes sobre la goma de los frenos. No hubo quien perdiera como Forero, y por eso se le quiere tanto. Aunque en la primera Vuelta, igual por error, tuviera el mal gusto de alzarse con la victoria. Nadie es perfecto.

Diez veces corrió el Zipa la Vuelta a Colombia, y jamás volvió a alzarse con la camisola de líder definitivo. Eso sí, sus aventuras darían para llenar un libro. En una ocasión se le rompió el manubrio y cayó salvajemente, aún con este en la mano. Abandonó entre los sollozos ahogados de su madre, que siempre lo acompañaba a las carreras, sufriendo desde el coche las penalidades de su pequeño. Efraín, asustado, solo quebraba su mutismo para pedir, por favor, un poco de agua con azúcar. Cuentan también que un día los propios corredores de Cundinamarca actuaron en su contra, privándole de la victoria tras el abandono de los paisas. A veces la mala suerte en forma de pinchazos y averías llamó a su puerta. Otras los rivales surgían de forma inesperada, auténticos escuadrones de antioqueños que apenas dejaban migajas para quien corría, casi siempre, en la soledad más absoluta. Qué importa, el público lo amaba, y esa es la eternidad más difícil de conquistar.

La del corazón de la gente.

La que vivió Efraín Forero Triviño, alias el Zipa Indomable.

Al volver a Zipaquirá el mismo día en que concluyó su exitosa primera Vuelta a Colombia, el Zipa Forero se encontró con un recibimiento fastuoso. Entró escoltado nada menos que por una escuadrilla de aviones, mientras arribaba a la plaza mayor de la ciudad, llamada “de Los Comuneros”, entre los sones, entonados por miles de gargantas, del himno nacional. Y allí sí el Zipa, el hombre que todo lo puede, el Indomable, lloró.

Giovanni Jiménez, el pionero de antes de los pioneros

14439545773538jimenez78 Giovanni Jiménez, el pionero de antes de los pioneros Ciclismo en ruta Ciclismo profesional Colombia Marcos Pereda
Foto: © Philippe HUGUENIN 1978

Giovanni Jiménez Ocampo nació en Medellín en 1942. El padre era de Fredonia; la madre, de Sonsón. La casa que compartían estaba entre las iglesias de San Ignacio y San José. Un buen barrio, con arbolado, con servicios. Muy, muy cerca del comienzo de Las Palmas, subida mítica para cualquier medellinense. Pronto mostrará el muchacho interés por la bicicleta. Tiempos de la visita de Coppi, de ver a Koblet exhausto reptando por el Alto de Minas. Las primeras vueltas a Colombia. Ramón Hoyos y el Zipa Forero. Pioneros. Tan hermosos. Él también lo será. Cuando ponga fin a sus pedaladas habrá sido profesional durante doce temporadas en algunos de los mejores equipos de Europa, marcando hitos fundacionales para el ciclismo en Colombia.

Viviendo, también, demasiado olvidado por los suyos.

Tan lejos, tan solo.

Que Giovanni Jiménez abandonase Colombia en un buque, el Fort Carillon, que partía del puerto de Santa Marta es otra de las ironías, de los símbolos poderosos, que nos va regalando nuestro relato. La ciudad más antigua del país, aquella donde exhaló su último suspiro el Libertador Simón Bolívar. Encajada entre el Caribe y las montañas, mirando al océano. De ahí salió en 1962 un mercante que llevaba bananas y, también, unos cuantos pasajeros. Entre ellos un joven paisa de apenas veinte años. Sacó una silla a cubierta y se sentó, durante un rato, a ver la costa. Un país que se aleja, lentamente. Cuando el último cachito de tierra colombiana se perdió más allá de la línea del horizonte Giovanni se levantó y tomó aire.

Estaba solo. Solo con sus sueños.

El plan ya no le parecía tan eficaz, las posibilidades no resultaban tan grandes allí, en alta mar, entre mareos y el inmenso azul. Había dominado a todos en su Medellín natal, se había convertido en un as de la pista siendo todavía adolescente. El invencible, el que todo lo puede. También domeñar al miedo. Potencia en el llano, en los embalajes, capacidad para rodar durante mucho tiempo perfectamente acoplado a la máquina. Fue campeón nacional del kilómetro. Tú podrías hacer carrera en Europa, Giovanni, le decía Joachim Kautezky. Y sonreía.

Kautezky era un ingeniero alemán que estaba en Medellín al servicio de la empresa Siemens, donde Jiménez trabajaba como vendedor. Un loco del ciclismo, un aficionado de raza, que recordaba carreras vistas en el Viejo Continente y que tan poco se parecían a las colombianas. Allí, Giovanni, hay pruebas durísimas, en la primavera, pruebas llenas de barro, casi completamente llanas, donde los hombres demuestran toda su valía. Las llaman clásicas, Giovanni, y tú estás perfectamente adaptado a ellas. Si fueses… si fueses a Europa podrías llegar a ser un gran campeón, amigo… imagínate, el primer colombiano profesional del ciclismo.
Eso pensaba Giovanni Jiménez en el Fort Carillon. Muchos días, demasiados. Tantas vueltas a la cabeza. Arrepentimiento. Terror. Pero, sobre todo, un cierto aroma de aventura. Seré pionero. No era Giovanni de los que se dejan amedrentar. O, al menos, no iba a reconocerlo.

El desembarco se produce en Hamburgo, legendario puerto de la Hansa. Es verano, pero las noches resultan frescas para Jiménez. Cada día un poco más. Cuando en unos meses el invierno empiece a enseñar los dientes con toda su crudeza el frío atenazará sus desvelos.

Porque allá, al principio, Giovanni apenas duerme. Nunca pensó que fuera fácil la hazaña que perseguía, pero aquello superaba todo lo esperable. En primer lugar no podía correr, porque su licencia colombiana no tenía validez en Europa, así que las únicas carreras en las que tomaba parte eran competiciones “golfas”, no oficiales. En carretera, de esas no las había en los velódromos que eran su especialidad. Llegaba derrengado, claro, su cuerpo insistía en pedir alimento a diario, y la comida se compra con dinero, el dinero nada más que viene con trabajo, y el trabajo que encontró Jiménez en Alemania fue uno durísimo, en una empresa metalúrgica. Cables submarinos salían de sus manos, cada vez más grandes y encallecidas. Jornadas casi de sol a sol. Sin tiempo apenas para entrenar. Y más contratiempos.

El idioma, claro, aunque ese era esperable. Afortunadamente Jiménez es listo, aprende rápido, tras solo unas pocas semanas puede hacerse entender en alemán. Con los años sumaría a esa lengua el francés y el flamenco. Toda una torre de Babel por su enjuto cuerpo de pedalista.

Y la propia geografía. Quizá Hamburgo no era el mejor lugar para empezar una aventura ciclista. Poca tradición, pocos clubes, muchos meses de nieve y temperaturas gélidas que impedían competir con la bici. Así que Jiménez viajó a Múnich. Más tarde a Colonia, porque le habían dicho que aquella ciudad era el centro de la bicicleta en la República Federal Alemana. Allí Giovanni necesita un equipo con el que correr, pero no tiene ninguna referencia. Así que acude al velódromo, busca entre los carteles publicitarios alguna tienda de bicis. Apunta la dirección, se presenta allá, dice al dueño, idioma titubeante y chapurreado, que quiere competir. Casualmente aquel buen hombre patrocina un club de Colonia. Todo está empezando cuando nada aún ha empezado.

Jiménez se sube a la bicicleta. Es amateur, y participa en carreras de pueblo, kermeses locas que consisten en dar vueltas y vueltas a un circuito muy pequeño. Algo parecido al velódromo, vaya, piensa nuestro cafetero. Y se anima. Porque en el velódromo él es una rueda a seguir. Así que empieza a ganar. Una, dos, tres veces. En pocas semanas amasa muchas victorias, todas ellas por delante de los mejores alemanes de su edad. Destaca, destaca mucho. En los círculos de entendidos todos empiezan a hablar del colombiano ciclista.

Pero Jiménez no está satisfecho. Mira a su alrededor y no ve una estructura profesional. Él cruzó el Atlántico para correr contra los mejores ciclistas del mundo, para participar en las grandes pruebas. No lo hizo para imponerse a jóvenes en Colonia, no, desde luego, para ganar sin problemas competiciones de pueblo. Quería más. Y sabía cómo conseguirlo.

Durante sus carreras germanas Jiménez había conocido a un militar belga llamado Emile van Ruymbeke que no paraba de hablarle de su país. Deberías verlo. La organización, los equipos, los campeones. El pavé, la lluvia, el viento. Las clásicas… ahhh, las clásicas. Es otra cosa. El centro del universo ciclista. Y Jiménez soñaba. Qué más daban otros cientos de kilómetros, después de los miles recorridos. Habla con Emile y este se muestra encantado. Si vas a Bélgica yo te dejaré mi casa para que te alojes en ella. Ahora está vacía, así que mejor que alguien la use. Ya verás, es un sitio precioso, un pequeño pueblo muy cerca de Bruselas. Ruisbroek, se llama Ruisbroek. Allí podrás hacerte profesional…

Era el año 1968 y Giovanni Jiménez iba a conocer el mejor ciclismo del mundo.

La llegada fue estrepitosa. Debutó como amateur a finales de ese invierno en las filas del Ruisbroek Sportief Cycling. El presidente de ese club, Camille Berghmans, fue pilar principal de Jiménez durante su aventura belga. Le cuidó, le mimó, le enseñó todo lo que necesitaba saber sobre ese ciclismo tan diferente al suyo. Y, cosas de la vida, le presentó un buen día a su hija, Yolande, una joven que muy pronto encandiló a Giovanni con sus ojos, su sonrisa, el sonido particular que tomaban las palabras en aquel idioma que huele a lluvia, a petricor. Juntaron sus manos uno de aquellos primeros días y nunca más quisieron separarlas.


La fortuna de Giovanni iba, pues, en ascenso, y para la primavera ya había conseguido seis victorias, una detrás de otra. Su nombre, mal pronunciado, empezaba a correr de boca en boca entre los flamencos. A veces, incluso, con pequeños murmullos de admiración. El chico este, el de fuera. El que no se rinde. El mejor ejemplo sucedió el 11 de mayo, en una carrera para aficionados que se disputaba en Mouscron. Faltan unos kilómetros para completar los 105 que tendrá la competición, y dos ciclistas se destacan sobre el resto. Uno es moreno, piernas fuertes, mirar taciturno. Se llama Giovanni Jiménez. El otro es ya un ídolo en Flandes, un hijo de Nevele cuyo apellido resulta sinónimo de ciclismo. Planckaert, nada menos. Walter, la gran esperanza de la familia. Ambos ruedan con fuerza, pero el colombiano aprieta más, con todo su ímpetu, mientras el belga se escabulle de algunos relevos. Un par de veces, a la salida de las curvas, en la subida a los puentes, Jiménez está a punto de marcharse solo, pero Planckaert se come el asfalto para seguirlo. Y entonces le habla, farfullando palabras en mil lenguas para hacerse entender. Vas mejor que yo, colombiano, dice, déjame acompañarte hasta la meta, firmo el segundo puesto, no te esprintaré. Un trato perfecto. Giovanni aprieta los dientes, pisotea los pedales con más furia. Walter apenas puede quitarle el viento por cien metros. Que, curiosamente, son los últimos. Ha faltado a su palabra, ha esprintado cara a meta, ha ganado la prueba. Jiménez está furioso, tanto que tira sobre Planckaert un termo completo de café. Por no pegarle dos trompadas, suponemos. La casualidad hizo que todos los periodistas vieran ese gesto. “La furia colombiana”, titulará al día siguiente un periódico flamenco su crónica. Giovanni Jiménez no se iba a dejar amedrentar por nada ni por nadie.

(No le fue mal después a Walter Planckaert en el profesionalismo. Ganó la Amstel, Harelbeke, Tour de Flandes, etapas en el Tour. Una vida bien aprovechada).

Tan grande resultó el impacto del antioqueño en Bélgica que para el verano de ese 1968 Giovanni Jiménez firma su primer contrato como profesional. Maillot amarillo con mangas blancas. Y dos palabras sobre el pecho.

Mann-Grundig.

Giovanni Jiménez había caído en uno de los mejores equipos del mundo. Allí corría Herman van Springel. El mismo que ganó Het Volk y Giro de Lombardía aquella temporada. El que quedó segundo (corriendo para la selección belga) en el Tour de Francia. Por un suspiro, apenas 38 segundos. La más dura derrota.

El soñado debut se produce un 31 de julio, año 1968. Malle, cerca de Amberes. Aquel día un colombiano corría una prueba profesional de ciclismo. La primera vez. No lo hizo mal, quedó octavo. Si Efraín Forero será para siempre el pionero en la Vuelta a Colombia, es justo que a Giovanni Jiménez se le reconozca igual mérito en el profesionalismo europeo.

De ahí en adelante, éxitos e hitos para siempre. También, claro, algunas victorias y, en general, un desempeño serio y constante, apreciado por directores y compañeros. Otro año en Mann-Grundig. Luego el Goldor-Fryns, el Alsaver-Jeunet-De Gribaldy (patrocinado por el mítico vizconde, dirigido por el inigualable Driessens), el Splendor. Colores, colores, también relatos. E incluso un tiempo, exitoso, en el BIC. La temporada 1971. Compañero del Ocaña que reventó el Tour, el mismo que después se partió el alma en el col de Menté intentando seguir a Eddy Merckx. Un año fructífero para Jiménez, que pudo conseguir dos victorias, las dos primeras dentro del pelotón de los mejores. En Amberes, en Kruibeke. Ambas ciudades de Bélgica, de aquel Flandes que amaba y al que estaba cada vez más adaptado. El primer colombiano en Europa rodaba con fuerza por los adoquines, no tenía miedo a las duras subidas que allí llaman bergs, sabía colocarse cuando hacía viento, cuando amenazaban los temibles abanicos. El primero fue, en algunas cosas, el único. O, al menos, el más extraño.

A partir de entonces el nombre de Jiménez aparece asiduamente en las clasificaciones de las más grandes carreras. Siempre será “el primer colombiano en acabar…”. Pongan ustedes el resto (salvo el Giro y el Tour, que le corresponden a Cochise).

Y toma parte también, claro, en el Campeonato del Mundo, al cual acudía como único representante cafetero, en la más absoluta soledad. Hasta le costaba que le enviasen un maillot de lana, blanco y con la bandera en el pecho, para poder correr aquellas pruebas. Pero lo hizo. Como Forero un par de décadas antes. Solo que Jiménez competía, ya, con los profesionales. Lo hizo por vez primera en 1971, en una carrera que se disputó en Mendrisio. Suiza, muy cerca de la frontera italiana. Un total de 93 corredores tomaron la salida, pero solo 57 lograron superar los 269 kilómetros que tenía la prueba. Ganó Eddy Merckx, como pasaba (casi) siempre. Jiménez llegó en 33º lugar, a ocho minutos y seis segundos del belga. No era poco premio para alguien que no tenía compañeros, ni director, ni masajista, ni apoyo alguno. Repetiría en 1976, la edición disputada en Ostuni. El puesto sería un poco peor (43º, justo por delante de Lucien van Impe) pero en esta ocasión apenas 27 segundos lo separaron del vencedor, un Freddy Maertens que parecía querer comerse el mundo. Todos los mundos.

Giovanni cuenta que disputó otros cinco mundiales, pero que no los pudo terminar. “Competir cada año con la camiseta tricolor de Colombia era sagrado para mí, una especie de peregrinaje especial, un honor imposible de estimar, aunque allá, en América, nadie supiera que lo estaba haciendo”.

Jiménez fue también el primer colombiano en correr y terminar la Amstel Gold Race (1971, hizo 41º), Gent-Wevelgem (1972, 90º), Het Volk (1972, 68º) o el Tour de Flandes (1973, 32º). También tomó la salida en el Infierno del Norte, la París-Roubaix, pero en este caso no fue capaz de llegar hasta el velódromo que hay en la ciudad de las hilaturas…

Y la Vuelta, cómo no.

La Vuelta a España.

Nada menos.

La que después daría gloria a los escarabajos. La de Herrera o Nairo.

Él fue, claro, el primero.

Él.

Giovanni Jiménez.

En 1974. Giovanni corría en un modesto equipo francés llamado Magiglace-Juaneda. Una marca de sirope de chocolate y otra de bicicletas. Maillot azul con mangas amarillas, como el que llevaba el mítico Kas en el Tour de Francia. Solo que el Magiglace no era el Kas, sino un invento mucho más modesto que solo duró una temporada. Les dio tiempo a correr la Vuelta a España, a ganar una etapa allí (de la mano de Martín Martínez, burgalés que se nacionalizó galo una década antes). Y allí acudió el primer colombiano en correr la Vuelta a España.

Carrera de infortunio, sí, para Jiménez.

El histórico debut tuvo lugar el 23 de abril de 1974. Fue en Almería, en una contrarreloj de 4200 metros. El ganador fue Swerts, y Jiménez fue el 78º mejor tiempo, perdiendo 41 segundos. Solo otros diez corredores lo hicieron peor que él. Las perspectivas no eran las mejores… y la cosa aún iba a empeorar. Al día siguiente, etapa llana, sprint victorioso para Peelman, con Jiménez entrando en el pelotón, y ascendiendo hasta la 70º plaza de la general. Eso sí, su presencia no pasaba desapercibida para los periodistas, que encontraban en su procedencia, en su suave acento colombiano lleno de giros y palabras belgas, material jugoso para anécdotas. No es descabellado decir que, pese a su modesto desempeño deportivo, Jiménez fue en esos primeros días uno de los rostros más populares de la carrera. Le llamaban el Internacional, porque nació en Medellín (Manizales, apuntan erróneamente muchos periódicos españoles de la época), tenía nombre italiano, vivía en Bélgica, corría para un equipo francés y disputaba la Vuelta a España. Casi nada.

En Granada, meta de la tercera etapa, Jiménez sigue con su particular calvario, y vuelve a perder otro cuarto de hora. Baja cuatro puestos, pero aún conserva otros once ciclistas por debajo de él en la clasificación. O tempora, o mores. Fuengirola y Sevilla son dos estaciones de paso para Giovanni, que va penando como puede, siempre de los últimos. Jamás ha corrido tantos días seguidos, con un tiempo tan cambiante (calor un día, lluvia y frío otro), con ese nivel de exigencia. Camino de Córdoba… más penurias. Ya está a media hora del primero en la general (Perurena), y tiene por detrás de él nada más que a Fernandes, Collinet y Guyot. Justo precediendo a Jiménez está Charles Genthon. Hay tres hombres del Magiglace-Juaneda entre los cinco últimos…

El calvario de Jiménez termina en la novena etapa, la que lleva a los ciclistas desde Madrid hasta el complejo hotelero de Los Ángeles de San Rafael. La primera de gran montaña, que atravesaba Morcuera, Cotos y El León. Ya ven, una muestra más de que Giovanni nunca fue un colombiano al uso. Aquel día José Manuel Fuente empezaba a ganar su segunda Vuelta a España gracias a una fastuosa exhibición, y el de Medellín se veía forzado al abandono. No por estar exhausto, que también, sino a causa de una avería mecánica. El cable de su cambio se partió en dos y el inexperto mecánico del Magiglace-Juaneda no fue capaz de arreglar el estropicio a tiempo. Terminaba así la gran aventura de Jiménez por España. El día anterior, al término de la octava etapa, marchaba en el puesto 74º, a 45 minutos del líder…

Aún volverá Giovanni Jiménez a disputar otra Vuelta a España. Será en 1978, cuando lo haga encuadrado en el equipo belga Old Lord’s-Splendor. Maillot blanco con ribetes rojo y azul, y una plantilla potentísima donde destacaban hombres como Swerts, Ferdinand Bracke o el exótico australiano Donald Allan. Tampoco ese año le fue bien. Ya desde el segundo día el malísimo tiempo asturiano (lluvia, viento, frío) se le metió en el pecho a los corredores. A Bracke le obligó a bajarse de la bicicleta y abandonar. Su compañero colombiano cayó hasta lo más bajo de la clasificación general, tosiendo, y sin apenas poder respirar. Bronquitis, dolor lacerante. Veinticuatro horas más tarde no pudo tomar la salida.

Así fue el final de aquel principio…

Dónde encontrar nuestros libros en Latinoamérica

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AHORA ES MÁS FÁCIL CONSEGUIR NUESTROS LIBROS EN LATINOAMÉRICA

Cada vez tenemos más seguidoras/es al otro lado del charco y recibimos también muchas consultas sobre la disponibilidad de nuestros libros en muchos países y ciudades de Latinoamérica. Desgraciadamente, es casi imposible para una microeditorial como la nuestra tener una amplia presencia en todos los países, pero hemos hecho un esfuerzo para que haya siempre algunos puntos de venta de nuestros libros en algunos países.

Aunque en países como Colombia o puntualmente en otras librerías de Argentina o México ha sido posible encontrar stock de alguno de nuestros libros (casi nunca de la totalidad), hemos optado por la impresión bajo demanda para poder tener presencia en muchos más puntos de venta.

Gracias a un acuerdo reciente, hemos ampliado el número de librerías y portales de venta de libros en internet en los cuales podréis comprar nuestros libros sin tener que enviarlos desde España ni pagar el flete correspondiente. La lista de puntos de venta se amplía cada semana y los tiempos de entrega no son los mismos en todos los países, pero a continuación os listamos algunas páginas web de algunas librerías, por países, en las que podéis pedir nuestros libros. 

Dependiendo del país y del tipo de cambio del momento, puede que estén más caros que en España. aunque hemos hecho un esfuerzo para que estén lo más cercano posible. Los gastos de envío y plazos dependen de cada vendedor, aunque son bastante más rápidos y baratos que el envío desde España.

ARGENTINA
https://www.cuspide.com
https://www.buscalibre.com.ar

COLOMBIA
https://www.librosderuta.com.co
https://libreriagrammata.com
https://www.buscalibrecolombia.com
https://www.libreriadelau.com

MÉXICO
www.gandhi.com.mx
https://www.gonvill.com.mx

PERÚ
https://www.iberolibrerias.com
https://www.crisol.com.pe

URUGUAY
www.libreriapocho.com.uy
mercadolibros.uy

La biografía de Frank Vandenbroucke, ahora disponible en castellano

005_Dios-ha-muerto_twitter-1-1030x539 La biografía de Frank Vandenbroucke, ahora disponible en castellano Ciclismo Ciclismo en ruta Ciclismo profesional Libros de Ruta Nuestros libros

A partir del 17 de octubre empezamos a distribuir un nuevo libro, titulado DIOS HA MUERTO. Se trata de la biografía de uno de los grandes talentos del ciclismo de finales de los noventa. Una biografía del ciclista Frank Vandenbroucke, cuyo palmarés con una Lieja-Bastoña-Lieja, una París-Niza o un par de etapas en la Vuelta a España no hace justicia a las expectativas que media Bélgica y aficionados al ciclismo de todo el mundo habían depositado en él. Un ciclista que también la prensa contribuyó a encumbrar pero que tuvo un trágico final.

Con el subtítulo de Apogeo y decadencia de Frank Vandenbroucke, el talento más desaprovechado del ciclismo, se trata de la traducción del libro que el periodista Andy McGrath publicó hace escasos meses en el Reino Unido, y que está nominado a mejor libro deportivo del año en los premios William Hill Sports Book Of The Year.

Estas son algunas reseñas de las críticas que ha recibido el libro en su país de origen:

«Captura a la perfección el carisma y el caos de la corta vida de Vandenbroucke». Cyclist

«Un cuento con moraleja. Apasionante pero desgarrador». Bikeradar

«Cómo el dopaje mató al ‘niño de oro’ del ciclismo. Un relato impactante, clarividente y comprensivo de un talento destruido por las drogas». The Times

«Sensible pero convincente». The Observer

Mathieu Hermans escribe de su carrera deportiva en el libro A CONTRACORRIENTE

1110x400_Slider_HERMANS-1-1030x371 Mathieu Hermans escribe de su carrera deportiva en el libro A CONTRACORRIENTE Actualidad Ciclismo Ciclismo en ruta Ciclismo profesional Libros de Ruta Nuestros libros Vuelta a España

El lunes 20 de junio ponemos a la venta un nuevo libro. Se trata de MATHIEU HERMANS. A CONTRACORRIENTE la autobiografía del exciclista holandés Mathieu Hermans.

Mathieu Hermans es uno de esos nombres que todos los que siguieron el ciclismo en España en los años 80 recuerdan. Uno de los pocos extranjeros en competir para un equipo español en aquella época, pasó a profesionales en el 85 con el Seat-Orbea, sin saber aún si era un escalador o un esprínter.

Consumado especialista en ciclocrós, abandonó prematuramente los estudios persiguiendo un sueño: ser ciclista profesional. Lo consiguió en el País Vasco, donde se instaló durante sus primeros años en el profesionalismo y donde se dio cuenta de que las cuestas no eran lo suyo, a pesar de su pequeña talla. Fueron al esprint como llegaron sus victorias más sonadas en la Vuelta a España (9) y en el Tour de Francia (1).

005_Hermans_twitter-1030x539 Mathieu Hermans escribe de su carrera deportiva en el libro A CONTRACORRIENTE Actualidad Ciclismo Ciclismo en ruta Ciclismo profesional Libros de Ruta Nuestros libros Vuelta a España

Profesional entre los años 1985 y 1993, repasa en este libro su camino para llegar al profesionalismo, así como sus años en la cima del ciclismo, mezclando anécdotas con reflexiones personales pasadas unas décadas. El periodista Juanfran de la Cruz le ha dado forma a este libro, basándose en una autobiografía publicada hace unos años en su país de origen y también en los recuerdos de Pedro Larrayoz, la persona que lo trajo de Holanda y que todavía hoy considera su familia de Tolosa.

El prólogo del libro está escrito por Juan Mari Guajardo, speaker de la Vuelta a España y muchas otras pruebas del calendario ciclista. Precisamente estará también el 20 de junio en Tolosa, donde Mathieu Hermans presentará el libro acompañado de muchos de sus amigos. Estarán junto a él algunos de los ciclistas de la zona con los que compartió equipo en los ochenta, como Marino Lejarreta, Peio Ruiz Cabestany o Jokin Mujika. Estará también en la presentación el que fuera su director cuando pasó a profesionales, Txomin Perurena, así como su mentor y amigo Pedro Larrayoz, que se ha encargado junto al periodista Juanfran de la Cruz de darle forma a esta autobiografía en castellano.

20062022_Presentacion_Hermans_TWITTER-1030x539 Mathieu Hermans escribe de su carrera deportiva en el libro A CONTRACORRIENTE Actualidad Ciclismo Ciclismo en ruta Ciclismo profesional Libros de Ruta Nuestros libros Vuelta a España

¿Quién es Mathieu Hermans? Mathieu Hermans (Goirle, 9 de enero de 1963) es un exciclista neerlandés, profesional entre los años 1985 y 1993. Gran esprínter, corrió durante la mayor parte de su carrera en equipos españoles y obtuvo sus mejores resultados en el calendario español. Consiguió 9 victorias de etapa en la Vuelta a España y una en el Tour de Francia. Durante su etapa de profesional residió en la localidad vasca de Astigarraga. Corredor habilidoso, también era un habitual en pruebas de ciclocrós. Actualmente trabaja en la empresa de prendas deportivas Bioracer y es padre de 4 hijos.

LA SOCIEDAD DEL PELOTÓN. El segundo libro de Guillaume Martina la venta en castellano

005_Peloton_twitter-1030x539 LA SOCIEDAD DEL PELOTÓN. El segundo libro de Guillaume Martina la venta en castellano Ciclismo Ciclismo profesional Libros de Ruta Libros más vendidos Nuestros libros

Tras el exitoso Sócrates en bicicleta, el ciclista y filósofo francés encadenó dos top ten en el Tour de Francia y en la Vuelta a España en la pasada temporada 2021. También tuvo tiempo de escribir un segundo libro, que se publicaba en Francia antes de las navidades. El 30 de mayo se pondrá a la venta el libro en España. Bajo el título de La sociedad del pelotón. Filosofía del individuo dentro del grupo el ciclista del Cofidis vuelve a reflexionar sobre el ciclismo y la sociedad actual en este libro. Si os gustó su anterior libro, uno de los libros de ciclismo más vendidos del pasado año 2021, no podéis perderos este nuevo ensayo del corredor parisino.

Aunque podéis leer las primeras hojas del libro en la ficha del libro en nuestra web a continuación os dejamos algunos extractos del libro que creemos resumen bastante bien el contenido del libro y el tipo de reflexiones en las que profundiza Guillaume Martin a lo largo del libro:

«El deporte es reflejo de la sociedad. En su forma moderna amplía las características del mundo que conocemos, el mundo capitalista, el mundo de la red, cuyos defectos permite mostrar. Sitúa al individuo en el centro, pero no reconoce ninguna identidad. La estrella del deporte es una imagen, un espectáculo. Se ahoga bajo toda la información que le rodea: toda la data y estadísticas que objetivizan su práctica, y que al final no significan nada; todos los rumores que acompañan su carrera (fichajes, lesiones, vida privada, etcétera), y que la mayoría de las veces no son más que palabrería. Hemos perdido de vista al ser humano singular que hay detrás de la estrella transformada en fetiche.

Las fragilidades del deporte moderno son indicadoras de males de la sociedad democrática en general. La sobreinformación y el deseo de control se han apoderado de este campo de expresión del cuerpo. Ya no hay un primer atacante en las competiciones ciclistas, ningún corredor alberga la ilusión de que solo él podrá revertir la carrera. Ya no se cree en el efecto sorpresa, en la posibilidad de singularidad. Todo torna previsible, aburrido, repetitivo.

El deporte revela todas nuestras contradicciones, ya sean individuales o colectivas. Paradójicamente también puede ser el lugar no de su resolución, sino de su superación. Participar en una carrera ciclista, por tanto, es aceptar las propias incoherencias, incluso afirmarlas, encontrando una razón para ellas. La condición es que se respeten las reglas, sin las que todo el edificio se derrumba, aplastando al individuo bajo el peso de su propia nada».

DE SANTANDER A SANTANDER. Por fin podremos leer a Peter Winnen en castellano

El próximo 25 de marzo, viernes, pondremos a la venta el libro DE SANTANDER A SANTANDER. Cartas desde el pelotón, escrito por el exciclista holandés Peter Winnen.

Peter Winnen (1957, Ysselsteyn) fue un ciclista neerlandés, profesional entre los años 1980 y 1991. Buen escalador, ganó dos etapas del Tour de Francia en la mítica cima de Alpe d’Huez, en 1981 y 1983. Es en esta carrera donde más destacó, terminando 3º en la general de 1983, 4º en 1982 y 5º en 1981. Tras retirarse del ciclismo profesional, Winnen se dedicó a estudiar historia del arte y se convirtió en periodista deportivo. Escribe regularmente columnas para NRC Handelsblad, Fiets y De Standaard. Tiene una amplia obra publicada en neerlandés, con otros títulos como Valse start, Stoempwerk, Het snot voor ogen, Pedaalridder, Windbreker, Koersdagen y God of duivel.

La vida de Peter Winnen se puede leer como una novela. Creció con un solo sueño: convertirse en ciclista. Se convirtió en uno de los ciclistas holandeses más exitosos y famosos de todos los tiempos. Sus majestuosas victorias en el Tour de Francia fueron de lo más destacado en la historia del deporte holandés.

En De Santander a Santander, Peter Winnen describe su ascenso y carrera deportiva con sus propias palabras. Desde los sueños ciclistas de un adolescente y los primeros años como amateur, su introducción en el mundillo ciclista y el debut como ciclista profesional, hasta el Tour de Francia, las primeras victorias, los esfuerzos inhumanos, los medios de comunicación, la relación con las mujeres y el dopaje. Es la historia de un gran sueño que por momentos se convirtió en pesadilla. También es la historia de un hombre cuyo talento como ciclista solo se compara con su talento como escritor. Un libro con una estructura epistolar y un estilo directo y particular, que por fin podrá leerse en castellano.

Hemos activado la preventa en nuestra web y todos los pedidos que recibamos antes del 25 de marzo serán enviados sin gastos de envío. Además, ya podéis leer las primeras páginas del libro en este ENLACE.

Ruanda. El corazón del ciclismo de África

463765342_0d2c08f052_o-300x248 Ruanda. El corazón del ciclismo de África Ciclismo Ciclismo en ruta Ciclismo profesional La tierra de las segundas oportunidades Libros de Ruta Nuestros libros El domingo 20 de febrero arranca una nueva edición del Tour de Ruanda. Este año con la participación del equipo Burgos-BH, entre otros, con ciclistas como Ángel Madrazo que estarán en la línea de salida y llevan un par de días ya en el país.. Aprovechamos la circunstancia para repasar la historia y el nacimiento de esta prueba.

En África, las competiciones ciclistas se establecieron, sobre todo, en las colonias italianas y francesas. Eritrea, entonces ocupada por los italianos, sigue hoy en día dando grandes ciclistas pero en la 1ª edición del Giro de Eritrea que se disputó en 1946, la participación estuvo prohibida a los propios eritreos. Otro país que posto hace más de medio siglo fue Burkina Faso. En 1959, el país conocido por aquel entonces como Alto Volta celebró su independencia de Francia con un critérium, invitando a estrellas del momento como Jacques Anquetil y un Fausto Coppi ya en decadencia. Allí enfermó Fausto de malaria. Fallecería poco después.

En Ruanda las primeras carreras llegaron en los 60. Como en Eritrea, también entre ‘muzungus’: blancos. En 1977, al inaugurarse un pequeño tramo de asfalto en la frontera con Tanzania, el Gobierno decidió celebrarlo a lo grande: con una carrera, que luego se convertiría en una importante prueba: el Tour de l’Est. Fueron 300 km a recorrer en 2 días. Cerca de Kigali se disputaban otras carreras cortas, además de una prueba entre dicha ciudad y Butare, llamada ‘Ascension des Mille Collines’. No en vano, el país destaca por sus múltiples colinas.

En los 80, la influencia china era cada vez mayor, y entre otras cosas, mejoraron las carreteras. En 1988 la Federación de ciclismo organizó una carrera por etapas que sería la precursora del actual Tour de Ruanda, e incluso es considerada algunas veces su primera edición. Ganó Célestin N’Dengeyingoma. En 1989 se disputó la edición inaugural con el nombre actual, con tres equipos seleccionados del propio país, y los equipos nacionales de Kenia, Uganda, Burundi, Tanzania y Zaire. El local Omar Masumbuko fue el vencedor. Repitió en 1990. Pero esta edición de 1990 se vio recortada drásticamente por las tensiones políticas. Los tambores de guerra sonaban bien cerca. El conflicto fue a más en 1991 y no habría nuevas ediciones en algunos años. Guerra. Muerte. Genocidio. El ciclismo pasó a segundo plano cuando se luchaba por sobrevivir.

En 2001 volvía a ponerse en marcha el Tour de Ruanda. Más o menos, las bicicletas de carreras que pudieron montar se repartieron entre los jóvenes que parecían más en forma… Bernard N’Sengiyumva fue el vencedor de esta precaria edición. Desde entonces, la carrera ha ido creciendo y ha mostrado al mundo imágenes icónicas de una afición volcada con el ciclismo y ascensiones ya mundialmente famosas como el muro de Kigali.

Cada vez más ciclistas y equipos extranjeros y de más nivel han acudido al Tour de Ruanda. También españoles. De hecho, el español Cristián Rodríguez se convirtió el pasado año 2021 en el primer europeo en ganar la clasificación general de la prueba. Corrió la prueba con el equipo francés Total Energies. Convertida ya en un país de referencia para el ciclismo en África, la UCI confirmaba también el pasado mes de septiembre que en Ruanda se celebrarán los Mundiales de Ciclismo 2025. Será el primer país de África en acogerlos.

El futuro aguarda, pues, grandes noticias para el ciclismo en Ruanda. Pero para los que queráis saber más de su historia, os recomendamos el libro La tierra de las segundas oportunidades. Un fascinante libro de Tim Lewis sobre el ciclismo en Ruanda. Repasa genialmente la historia de un país que se levanta tras la guerra y en el que la bicicleta sirve para cambiar vidas. Como la de Adrien Niyonshuti, que llegó al World Tour de la mano del Team Dimension Data. O la del inventor del mountain bike Tom Ritchey o la del primer estadounidense en disputar el Tour de Francia: Jock Boyer.

Novedades en libros de ciclismo de este otoño – invierno

Aunque no os lo creáis, no nos hemos olvidado ni de la bicicleta ni de vosotros. Lo que pasa es que las navidades pasan factura y la báscula lo sabe. Así que hemos dado un descansito a la lectura ciclista y hemos estado dando pedaladas para quitarnos de encima esos kilitos de más. Ahora que ya estamos a tono y en forma de nuevo, volvemos para sumergirnos de nuevo en el apasionante mundo de los libros, más si sabemos que volaremos sobre dos ruedas con las lecturas sobre ciclismo más interesantes y apasionantes.

Así que, haciendo inventario, hemos encontrado unas poquitas novedades de últimas semanas del año que tal vez hayan pasado desapercibidas estas navidades y creemos que os pueden ser de mucho interés. ¿Estáis preparados? ¡Allá vamos con las últimas novedades sobre ciclismo del año pasado!

VOLATA 30

En diciembre del pasado año salió el último número de una de las mejores revistas de cultura ciclista. No te pierdes este mix de competición y cultura alrededor de tu pasión: El ciclismo. Buenas historias y buena fotografía del mundo de los pedales.

¡Si no tienes alguno de los anteriores no dudes en pedírnoslo!

PEDALADAS BAJO TECHO EVOLUTION

Ya sabemos que estamos en invierno y que a veces puede no apetece mucho coger la bicicleta para ir a pasar frío a nuestro puerto favorito. Bueno. ¿Qué influye eso para poder seguir disfrutando del ciclismo? En Libros de ruta queremos echarte un cable para estos fresquitos días. Por eso traemos esta libro de Chema Arguedas que nos presenta claves y técnicas para preparar entrenamientos específicos para rodillo. Además, podrás aplicar en entrenamientos de exterior. Una lectura ciclista completamente actualizada destinada tanto a quienes compiten como a cicloturistas.

Te recordamos que, hasta que acabe enero, tenemos todos nuestros libros de entrenamiento al 5% de descuento. ¡Aprovecha!

Solo a través de Los Pirineos (2º Parte)

Después de que Javier Sánchez – Baskoetxea nos narrase su travesía desde el Mediterráneo hasta San Juan de Luz, atravesando de los puertos pirenaicos más icónicos, ahora regresa con la 2º etapa de su viaje. En esta ocasión su libro describe el viaje desde Hondarribia a Portbou por la vertiente sur de la cordillera en siete etapas, atravesando Navarra, Aragón y Cataluña hasta el Cap de Creus y Portbou.

En Libros de ruta sabemos que una de las cosas más bonitas de el ciclismo es contar a los demás las emociones que te afloran durante la travesía en bicicleta. No es competir ni tampoco entrenar, es sentir cada pedalada y admirar cada kilómetro y cada paisaje. Por eso creemos que estos dos libros de Javier Sánchez – Baskoetxea transmiten a la perfección lo que significa practicar ciclismo de alforjas. Este libro, al igual que el anterior, sirven de inspiración para emprender el viaje de la transpirenaica y lanzarse a una aventura que nunca olvidará.

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Los otros de la vuelta

Desde Dignef y Escuriet, tocayos y pioneros cuyas vidas se cruzaron al ser ganadores de etapa y líderes en la primera edición, hasta las locuras de Bahamontes y Ocaña, hombres que fueron capaces de poner la carrera patas arriba, pasando por los destellos de hombres hoy desconocidos que en su día fueron auténticas estrellas. También hay espacio para los modestos, con el albaceteño Jardín, primer maillot rojo en la Vuelta y el andaluz Martínez Oliver, que ganó al ‘Pájaro’ Rodríguez en su propia casa.

«Los otros de la vuelta» es un libro de lectura obligatoria para todo amante de la gran vuelta hispana. A través de 78 capítulos, Javier Bodegas nos trae la historia de la carrera hispana contada desde las anécdotas y relatos contados por los propios protagonistas. Muchos olvidados, aunque en su momento tuvieron gran peso específico en el devenir de la carrera. Libros de ruta comparte con vosotros, amantes de La Vuelta, este libro que te hará vivir al lector las odiseas, desgracias y alegrías de los ciclistas que tuvieron el honor de haber participado en alguna ocasión en la Vuelta a España.

Julian. Mi año de arcoiris

Solo seis ciclistas lo hicieron antes que él en toda la historia. Sí, hablamos de Julian Alaphilippe. Como plato fuerte para el final, te traemos uno de los pesos pesados de las pasadas temporadas. Libros de ruta pone este sello a esta crónica sobre la temporada en la que el francés fue doble campeón mundial. Julian Alaphillippe habla de su año de arcoíris, sus éxitos, sus contratiempos, su familia, su vida en el pelotón, su vida cotidiana y sus pasiones.

Un retrato excepcional de un ciclista único.

Presentación del libro ‘Cómo ganar el Giro bebiendo sangre de buey’

16122021_Presentacion_AnderHorrillo Presentación del libro 'Cómo ganar el Giro bebiendo sangre de buey' Ander Izagirre Giro de Italia Libros más vendidos

Hasta ahora solo habíamos presentado libros editados por nuestra editorial en la librería deportiva que abrimos en septiembre en Bilbao. Pero no queremos que nuestra librería se limite solo a acercaros autores/as que publican con nosotros o libros que hayamos editado bajo nuestro sello. Nos gustaría que la librería de Bilbao fuera un punto de encuentro para la mejor literatura deportiva y poder escuchar y acercaros las voces más interesantes del periodismo, las crónicas deportivas o simplemente, del deporte actual.

Y el próximo jueves 16 de diciembre llegará Ander Izagirre. Un escritor que nos maravilló hace ya más de una década con su Plomo en los bolsillos y que tras regalarnos grandes obras más alejadas del ciclismo, volvía a publicar este año otro libro muy ciclista. En este caso fija su mirada en el Giro de Italia con un libro con un curioso título: Cómo ganar el Giro bebiendo sangre de buey. Le acompañará en esta ocasión un muy buen conocedor del Giro de Italia, el exciclista ermuarra Pedro Horrillo.

Aunque ya tenemos todo el aforo de la librería cubierto, si queréis dejar vuestro nombre en la lista de espera por si hay bajas, podéis dejarnos vuestro nombre y email en el siguiente  ENLACE y os avisamos en caso de que haya algún hueco de última hora.

Día: 16 de diciembre, jueves
Hora: 19:00
Lugar: Librería LDR Sport – Libros de Ruta

C/ Gordóniz 47B
48012 Bilbao

¡Te esperamos!